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Led Zeppelin, parte 1
A mediados de los años 60 del siglo pasado, en el Reino Unido hubo un BOOM. No un BOOM cualquiera… sino el BOOM. Gracias a The Beatles y a The Rolling Stones (y a muchos más, como The Kinks, Manfred Mann, The Who, David Bowie, The Faces, Black Sabbath y un larguísimo etcétera), la relación entre el artista y el fan nació. Habría que hacer un libro (los hay a pares) sobre el por qué del BOOM de esa relación facilitada por una nueva e incipiente industria: la discográfica.
Os voy a dar un par de tips. Toda la juventud nacida durante la II Guerra Mundial y la postguerra derivada de ella tenía renovadas ganas de vivir. Tenía el alma despierta y la explosión cultural derivada de esas ganas de hacer “algo nuevo” vino por muchachos que se colgaron una guitarra, un bajo, uno se puso tras una batería y cantaron lo que a ellos les dio la real gana. Esa Real Gana, esa autenticidad no era un cliché (los Backstreet Boys se hubieran pegado una ostia de órdago en esos tiempos o… simplemente no hubieran nacido por la idiosincrasia del momento), era AUTENTICIDAD en sentido puro, era tu vecino cantando unas canciones, unas letras que tú mismo habrías hecho, que conectaban con tus enormes ganas de algo nuevo y eso fue la leche en todos los aspectos habidos y por haber.
¿Todo era nuevo? ¿Todo fue una explosión de originalidad?
Pues todo, todo, la verdad es que no.
Mientras, por un lado estaba esa British Explosion referida en los párrafos anteriores, hubo otra “British Explosion” paralela, la del Blues. Gracias a bandas míticas como los Yardbirds, todo el blues negro norteamericano salió a la luz para el público “blanco” y empezaron a ser conocidas sus canciones (no tanto sus artistas, eso da para otro blog que ya haré), vestidas con el sabor británico “blanco”.
Por una de estas bandas (Yardbirds) pasaron (ojito al dato), Eric Clapton, Jeff Beck y Jimmy Page. Fue durante la estancia de Jimmy Page y, justo cuando se iba a bautizar la banda como “New Yardbirds”, aparece en escena alguien que, ya estaba, pues era el mánager de los Yardbirds y le comenta a Jimmy algo así como “Jimmy, mira, conozco una banda en la que el batería y el cantante son increíbles, esta noche actúan, nos tomamos una pinta y los vemos, ¿te hace?”
Ese cantante era Robert Plant y ese batería era John Bonham.
Por supuesto, Jimmy flipó en colores. Peter Grant (“el más despiadado mánager de la historia”, así se le conoce) les anima a montar un nuevo proyecto, diferente a los New Yardbirds. Faltaba un miembro para la idea que Jimmy y Peter tenían en mente de banda empezara a andar: un bajista. No me acuerdo de quien recomendó a John Paul Jones, reputado sesionista de blues británico. Lo que sé es que apareció, la magia se hizo magia y una de las bandas más influyentes de la historia del rock iba a dar sus primeros pasos: Led Zeppelin.
Los que hayáis leído el anterior post ahora estaréis pensando “¿Qué coño dice este tío? ¿Led Zeppelin banda de covers? ¿Y dónde está la brujería de la que nos hablaba?”
Esperad, almas de cántaro, impacientes por definición.
Por partes, como dijo Jack el Destripador.
El primer disco de Led Zeppelin, a excepción de un par de canciones (os animo a averiguar cuáles) son todas blues de “otros” aunque fueran firmadas por la banda…pues así se hacía en aquellos momentos…hasta que la industria discográfica y las editoriales especializadas en música empezaron a tener reclamaciones de los dueños originales de las obras, todo el mundo cogía el blues que le gustaba y cuando lo sacaba, estampaba su nombre en la autoría y aquí no ha pasado nada (salvo honrosas excepciones).
En este contexto explicado con brevedad nació Led Zeppelin, la más grande de las bandas de rock de la historia por lo que hizo y…por cómo lo hizo 😉.
¿Y la brujería? ¿Dónde está?
En los siguientes capítulos de esta fascinante historia iré desgranando esos temas… brujería… por qué a Robert Plant le llamaban “Golden God”, etc.
¡Semana que viene, más!