Crédito de la imagen: https://unsplash.com/photos/krUUaZ4GvHk
Los Animales con Peste
Buenas, amad@s lectores. ¿Cómo lleváis los tiempos que nos ha tocado vivir? Por mi parte, no os lo negaré, vivo mis momentos de paz y mis momentos de guerra. Me ha tocado pasar estos tiempos sólo y como Jesús en el desierto, estoy aguantando las andanadas de demonios antiguos que creí desaparecidos, olvidados. Ya sólo son ecos del pasado de un yo que, posiblemente no exista más, porque hasta que se obre el simple milagro de que no hay nadie, hasta que llegue ese instante en el que nadie vea y la vida sólo sea, estos días me están sirviendo para pulir la construcción del yo que todo lo vive, que se cree que su vida es suya, no simplemente “la vida”. En esta diatriba he sido más consciente de lo poco que me he perdonado en esta vida. De esto va la fábula de Fontaine que os comparto hoy. De la culpa.
Os invito, mentes avezadas a que vosotr@s mismos saquéis vuestras conclusiones en la analogía de esta fábula con los tiempos que estamos viviendo, porque tal y como nos están tratando los que nos gobiernan, ¿quién es el culpable? .
Los animales con Peste
(Fábula de LaFontaine)
En los montes, los valles y collados,
de animales poblados,
se introdujo la peste de tal modo,
que en un momento lo infecta todo.
Allí donde su corte el león tenía,
mirando cada día
las cacerías, luchas y carreras
de mansos brutos y de bestias fieras,
se veían los campos ya cubiertos
de enfermos miserables y de muertos.
«Mis amados hermanos»,
exclamó el triste rey,
«mis cortesanos,
ya veis
que el justo cielo nos obliga
a implorar su piedad, pues nos castiga
con tan horrenda plaga;
tal vez se aplacará con que se le haga
sacrificio de aquel más delincuente,
y muera el pecador, no el inocente.
Cada cual examine su conciencia
sin falsa adulación, sin negligencia.
Confiese a todo el mundo su pecado.
Y yo primero acusaré contrito
que, siguiendo sin freno mi apetito,
yo cruel, sanguinario, he devorado
inocentes corderos,
ya vacas, ya terneros,
y he sido, a fuerza de delito tanto,
de la selva terror, del bosque espanto».
También maté pastores.
Si fuere yo el responsable
no será justo, no, que yo rehúse
ofrecerme cual víctima propicia.
Empero, es deseable
que cada uno como yo se acuse:
que es de estricta justicia
que tan solo perezca el más culpable.
«Señor», dijo la zorra, «en todo eso
no se halla más exceso
que el de vuestra bondad, pues que se digna
de teñir en la sangre ruin, indigna,
de los viles cornudos animales
los sacros dientes y las uñas reales».
Devorar los estúpidos corderos
¿es acaso pecado?
No… debieran más agradeceros
el honor especial que les hicisteis
pues en manjar real los convertisteis.
Respecto a los pastores….
¿No sostienen quimérico dominio
sobre pobres, sencillos animales?
Son por esa razón merecedores
de tal exterminio.
Al terminar el zorro, aduladores
astutos aplaudieron.
Allí del tigre, de la onza y oso
se oyeron confesiones
de robos y de muertes a millones;
mas entre la grandeza, sin lisonja,
pasaron por escrúpulos de monja.
El asno, sin embargo, muy confuso,
prorrumpió: «Yo me acuso
que al pasar por el prado de unos monjes…
el hambre que sentía,
la ocasión y la hierba que invitaba…
tal vez algún demonio allí escondido
que a infringir los deberes me incitaba,
(no es que yo quiera disculpar el hecho
porque fue sin derecho),
unas maticas trasquilé del prado:
Mas fue solo un bocado”….
“Es él; no hay duda; es él el responsable”.
Sin dejarlo acabar, todos clamaron.
Y un lobo algo erudito
probó que ese maldito
animal, vil, sarnoso.
fue el que provocó horroroso
flagelo con su enorme delito.
¡Comer la hierba ajena!
¡Qué crimen más atroz! Solo la muerte
era de tal acción digna pena…
Y hubo el pobre asno de aceptar su suerte …
(Según qué poderoso o miserable
seas, si eres juzgado,
te harán parecer justo o culpable).
N.A.
(Según qué poderoso o miserable
Te creas, si eres juzgado,
Te harán parecer justo o culpable)